El absurdo de las jerarquías de grado
Todos lo hemos escuchado alguna vez: “Los licenciados la tienen fácil” o “A mí no me diga Licenciado que yo soy Ingeniero”. Y es que, aunque es bueno aclarar nuestra profesión, dada la lucha que conlleva alcanzar un título universitario, me da curiosidad esos que lo hacen para hinchar, según me parece, su ego profesional.Estoy claro en cómo las ciencias aplicadas establecen la diferencia de nombre entre las ingenierías y las licenciaturas. Sin embargo estoy también claro de que ambas son solo eso: carreras de grado.Como grado académico un Administrador de empresas no está muy lejos de un Ingeniero civil, es decir, no es que el conocimiento profesional de estos últimos se encuentra al nivel de alguien con un post-grado.Mientras se está en la universidad, el escudo es el mismo: el pensum y cuántas materias difíciles tomas. Cuando me dicen “Yo doy siete Matemáticas, tú no sabes lo que es difícil”, pienso “Claro que no lo sé y tampoco me interesa. De hecho, por eso no estudié tu carrera”. En la última revisión no se necesitaba un don especial para estudiar una carrera, más que dedicación y decisión sobre qué hacer profesionalmente con la vida. Ese que tú crees que no sabe lo que es difícil puede comerse tus siete matemáticas con yuca a la hora de tomar decisiones, pues una carrera no condiciona qué tan bueno seas en ciertas materias y todo el mundo tiene materias preferidas dentro de un pensum, según sus fortalezas.
¿Estoy diciendo con esto que tomar siete Matemáticas es fácil? No. Estoy diciendo que “lo difícil” es relativo y el uso de este tipo de excusas solo demuestran un nivel “x” de madurez (o ausencia de ella). Pero ese no es el punto. El punto es que querer jerarquizar el desarrollo profesional dentro de un mundo diverso y multidisciplinario, no aporta nada.
Es entender que el trabajo de unos no es menos por su título, solo es diferente y no es nuestro trabajo. Que el programador necesitará un contable, que el diseñador industrial puede involucrarse en un proyecto de construcción, que el psicólogo y el médico son de un mismo mundo de salud y que no hay una sola carrera omnipotente-todopoderosa que pueda abarcar todas las áreas, ni cuerpo que lo resista.Minimizar el trabajo del otro, más que sumarnos, nos resta pues demuestra nuestra calidad profesional. No interesarnos en cómo estas disciplinas pueden aportarnos, solo nos hace perder oportunidades de innovación y nos aleja de proyectos más interesantes.